“A finales de marzo, la ciudad ecuatoriana de Guayaquil se vio desbordada por un brote de covid-19.
Con hospitales, morgues y cementerios colapsados, los muertos comenzaron a acumularse en las calles a la espera de ser recogidos.
En medio del caos, decenas de cadáveres -sin identificación- fueron apilados en contenedoresinstalados en hospitales, mientras las personas deambulaban entre los cuerpos para encontrar a sus familiares.
Han pasado casi cuatro meses desde que estalló la crisis sanitaria y esta semana el Laboratorio de Criminalística de la Policía Nacional e Investigaciones comenzó a entregar alrededor de 50 cuerpos.
Este jueves aún quedaban cerca de 100 cadáveres en estado de descomposición a la espera de ser identificados a a través de pruebas de ADN.” (BBC, 2020)
Según Helga Cuellar Marchelli, directora de estudios sociales en FUSADES (Fundación Salvadoreña para el Desarrollo Económico y Social), la situación crítica se debe a la sumatoria de varios factores como “la pérdida de empleo, la crisis de salud, que afectó el acceso a servicios, y la caída de las remesas, un factor muy importante porque 8 de casi 10 hogares reciben remesas para poder subsistir”. Al mismo tiempo Cuellar Marchelli dijo a RFI que “la pobreza multidimensional en El Salvador es un factor agravante. Una vez comenzada la pandemia, solo en marzo se estimaba que alrededor de 50 mil personas estaban en una situación de inseguridad alimentaria severa por el impacto de la Covid”.
Un dato bastante alarmista a tener en cuenta llega a través del reciente estudio que sacó la organización de la ONU para la Alimentación y la Agricultura (FAO), donde se afirma que El Salvador tendría en estos momentos uno de los costos más altos para alimentarse. En la actualidad es más caro comer en El Salvador que en el resto de Centroamérica, según la investigación de la agencia de la ONU con sede en Roma.” (RFI, 2020)